Maslow y la cultura, ¿un bien necesario?

Abraham Maslow presentó en 1943 su pirámide de necesidades humanas. En esta, las actividades relacionadas al arte y la cultura serían las más "elevadas", y solamente aspiraríamos a ellas al asegurarnos las más básicas. ¿Debemos seguir viendo así al arte y a la cultura?
Cristhian Rojas

Cristhian Rojas

Máster en Gestión Cultural por la Universidad Carlos III de Madrid (España) y comunicador por la Universidad de Piura (Perú). Creo que el arte y la cultura son un motor para reflexionar sobre el sentido de nuestra vida y mejorar como personas. Es por ello que comparto contenido para mejorar tu trabajo en el sector cultural.

Quienes hayan llevado en algún momento alguna asignatura relacionada al marketing, recordará la famosa pirámide de Abraham Maslow. En esta, el psicólogo estadounidese jerarquizaba las necesidades humanas y postulaba que a medida que se iban satisfaciendo las más básicas (puestas en la base de la pirámide), las personas desarrollaban necesidades y deseos más «elevados» (que iban a la parte superior de la figura).

Dividió las necesidades en 5 categorías, desde la base a la cúspide de la pirámide: de fisiología, de seguridad, de afiliación, de reconocimiento y de autorrealización (ver imagen). En este último «escalón» se engloba aquello relacionado a la creatividad, y, por relación, a la cultura y el arte. Aunque las necesidades de los distintos niveles pueden y, de hecho, coexisten, la idea es que todos procuramos autorrealizarnos, pero solemos atender las superiores solo cuando las inferiores han sido cubiertas.

Fuente de imagen: Wikipedia.

En otras palabras, antes de asistir al teatro, comprar un libro, ver una película, visitar un museo, participar de una ponencia, debemos primero (y suena muy lógico) no tener hambre, gozar de un buen empleo, tener buenas relaciones personales, respeto y éxito. Quizá por esto suele decirse que participar de actividades culturales es darse un lujo… Pero, ¿puede seguir percibiéndose así a la cultura y el arte? Hoy me rebelo y te comento por qué no.

«Sí, la cultura y el arte no sirve para nada.»

¿Para qué sirve la cultura y el arte?

Si ya te vienes dedicando mucho tiempo a proyectos culturales o a hacer formación en disciplinas relacionadas a la cultura y al arte, ya sabrás que, de hecho, estas no sirven para nada. Sí, la cultura y el arte no sirve para nada. Pero, antes que me bloquees y me linches en las redes sociales, vamos aclarando este punto. Me refiero a que asistir a un concierto o ver una exposición de arte ciertamente no puede equipararse a respirar o alimentarse. Hacerlo no es de vida o muerte, en términos estrictamente biológicos.

¿Desde cuando existe el arte y por qué subsiste hasta hoy? Fuente de imagen: Wikipedia.

Es así que, vistas desde una perspectiva meramente práctica, la cultura y el arte no tienen un beneficio: no alimentan ni garantizan que sobrevivas al día de hoy. Y de esta idea puede nacer un debate muy importante, sobre todo en estos tiempos de coronavirus en los que se discute bastante sobre el papel del sector cultural en medio de una crisis.

Sin embargo, el arte está presente desde la aparición del Homo Sapiens. O, como me explicó una amiga, ya que el arte empezó a teorizarse recién en la edad moderna, podemos al menos mencionar que ese deseo de producir imágenes con un sentido espiritual o estético está presente desde nuestros primeros días (¡gracias, Marta!).

Y ese deseo ha sobrevivido por mucho tiempo (y en mi opinión, en la actualidad, incluso se ha incrementado). Se ha requerido siempre, entonces, tanto de productores como de consumidores. Es decir, de personas que se dediquen a hacer arte y de otras que quieran contemplarlo. Su importancia, por tanto, es innegable. Repito que, con su pirámide, Maslow no establece que no debamos aspirar a las necesidades de autorrealización, sino que, de hecho, debemos ir hacia éstas, pero en la medida que hayamos solucionado las más básicas.

¿Se mantiene esta jerarquización?

Tras esto, vuelvo a la inquietud inicial: ¿podemos seguir concibiendo al arte y la cultura como una necesidad que solo ha de procurarse una vez que las otras estén ya logradas? Yo creo que no.

Es cierto: por ir a ver más teatro o exposiciones no vas a sentir menos hambre ni tampoco gozarás de mejor salud (la arteterapia la abordamos en otro post). Pero agrego: no se puede privar de la reflexión que puede suscitar el arte y la cultura a aquellos que, por distintas circunstancias, tienen dificultad cubriendo necesidades como de seguridad o de tener un trabajo estable.

Lo que ha sucedido durante estos meses es un buen ejemplo para explicarme. Las manifestaciones artísticas y culturales se han vuelto muy importantes, sobre todo en la etapa del confinamiento. Esto a pesar de los contextos tan críticos en los que muchos deben sobrellevar esta crisis. Es decir, sin empleo, sin dinero, sin salud, con falta de relacionamiento…

El arte y la cultura, como chispa que enciende ese motor de reflexión, deben estar de manera transversal en toda la pirámide. Para mí, esa catarsis que suelen producir son, a la vez, impulsos para movernos a cubrir las necesidades que Maslow colocó en los distintos peldaños de su pirámide. Por tanto, son clave para su satisfacción al generar pensamiento alrededor de éstas o sobre lo cerca o lejos que estamos de satisfascerlas.

Primum vivere

Primum vivere deinde philosophari es una expresión que indica que, antes de teorizar sobre las ideas, hay que tener los pies en la tierra. Pero también puede entenderse como que uno ha de dedicarse a vivir primero antes que a pasatiempos intelectuales. O, siendo más burdo, hay que enfocarnos en comer, primero, y ya luego ir por el resto.

Es así que percibir al arte y la cultura como necesidades de autorrealización conlleva a que, en la práctica, esto es, en las políticas, también se les vea como lo que puede esperar. Pero ya vimos que, durante esta pandemia, su importancia ha entrado de nuevo en discusión (y esperemos que se den soluciones concretas). En fin, aunque en la práctica no nos alimente, lo cierto es que sí contribuyen a nutrirnos de combustible para escalar la tan famosa pirámide.


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