Se ha desatado cierto furor por digitalizar. Sin público asistente a nuestras actividades culturales, hay voces que aconsejan virtualizar recorridos expositivos o de fotografía 3D para poder mostrar la obra de los museos o colecciones. Con este escenario, la pregunta es si es ahora el momento adecuado para digitalizar todo. Mi respuesta es no, pero, como dijo Jack «El Destripador», vamos por partes…
¿Digitalizar o no digitalizar?
He aquí la cuestión. In medio stat veritas… No se trata de digitalizarlo todo sino solo aquello que, en la situación actual, nos sea estratégico, es decir, nos conduzca a la consecución de ciertos objetivos. Esto es quizá el terreno más «empresarial» de la gestión cultural (odiado por muchos, querido por pocos). Pero es que si no empezamos a aplicar estrategia a nuestros proyectos, estos durarán lo que un estornudo, parafraseando a Arjona. Va un supuesto.
«No se trata de digitalizarlo todo sino solo aquello que, en la situación actual, nos sea estratégico, es decir, nos conduzca a la consecución de ciertos objetivos.»
Se trata de un museo que, como todos, ha cerrado sus puertas al público y cuyo principal ingreso procedía de la venta de entradas y del merchandising. Esos caños se le han cerrado, pero sigue pagando al personal que trabaja de manera remota. En esa tesitura, quieren digitalizar porque es lo que todos están haciendo. ¿Es el mejor momento?
Vale, te lo digo. No, no lo es. Lo mejor es pensar en acciones que ayuden a hacer frente a la crisis. ¿Las visitas virtuales nos pueden dar ingresos? Es probable. Pero, ¿tu público está lo suficientemente fidelizado para querer pagar por ellas? ¿Querrán apreciar (o sabrán cómo) una obra de arte a través de una pantalla? ¿Qué pasa si, por no actuar de manera estratégica, echamos todas nuestras fichas a acciones que no nos serán rentables?
[Antes de seguir y sin querer ponerme muy filosófico, esto de apreciar arte a través de una pantalla me hace recordar al concepto de aura del que hablaba Walter Benjamin. Si la reproductibilidad técnica ya suponía una rompedera de cabeza pues «anulaba» ese revestimiento de aura que tenía la obra de arte, ¿cómo será esta vaina en lo digital? ¿Dista mucho de las reproducciones técnicas? ¿Agrava el problema?]
Repensar el quiosco
¿Entonces? ¿No hacer nada en digital? Pues tampoco. Quizá sea buen momento, si no se ha hecho antes, de repensar los objetivos de nuestra institución. No descarto, por ejemplo, trabajar con una estrategia de contenidos digitales elaborados con material (vale, «inmaterial») que ya poseemos: vídeos de charlas, presentaciones, visitas guiadas, por ejemplo. Si se formula de manera adecuada, incluso puede ser una fuente de ingresos.
Para lograr lo anterior, claro, se ha debido trabajar con las audiencias, conocer quienes son los asistentes regulares a tus salas, y saber, de la manera más detallada posible, como es su comportamiento como consumidor cultural. Si no lo has hecho, quizá sea este el momento, sin dejar de lado otras acciones. Aquí podrás escuchar lo que me dijo un barítono y gestor cultural español al respecto.
En el medio está la virtud
La crisis del coronavirus nos ha puesto contra la pared. La transformación digital de las instituciones, a estas alturas, es inevitable. Ojo, compartir contenidos digitales no es transformación digital, es apenas una acción de comunicación, que puede tener distintos objetivos. Pero de eso hablaré en otro post.
Cuando menciono que en el medio está la virtud no quiero decir que digitalicemos «la mitad» o que lo hagamos a medias (que no es lo mismo). Me refiero a que lo hagamos sin irnos a los extremos de verlo como la salvación única o como la inutilidad total. Repito: no es el momento de digitalizar todo, pero sí de hacerlo de manera estratégica.