Cuando era pequeño, una historia que nos solían contar era La cigarra y la hormiga (atribuida a Esopo, según acabo de enterarme). Seguro que la conoces. ¿La recuerdas? Era sobre una cigarra que se pasaba los días jugando y cantando, y que solía burlarse de una hormiga porque esta trabajaba muy duro transportando pesados granos de trigo.
La primera le decía a la segunda: «¡Qué risa me dan las hormigas cuando van a trabajar! ¡Qué risa me dan las hormigas porque no pueden jugar! Así pasó el verano y llegó el frío». Pero, llegado el invierno, la hormiga ya había recolectado lo suficiente como para guarecerse y sobrevivir la temporada de frío, mientras que la cigarra pues… La pasó muy mal.
Que al gestionar cultura no somos cigarras, que solemos estar trabajando (y muy duro), lo sé muy bien. Pero, cuando utilizo la figura de que «jugaba y jugaba», quiero que se entienda como que solemos preferir aquello que más nos gusta, y solemos dejar de lado lo que nos puede significar mayor esfuerzo. Dímelo tú, si eres un actor o actriz que le encanta salir al escenario, ¿con qué ojos ves sentarte y poner por escrito una estrategia de audiencias?
«¡Qué risa me dan las hormigas cuando van a trabajar! ¡Qué risa me dan las hormigas porque no pueden jugar! Así pasó el verano y llegó el frío.»
El trabajo con las audiencias es en verdad de hormiga. Es lento y requiere de un largo plazo para ver resultados. A veces es bastante desalentador: no logramos comprender a fondo el comportamiento de nuestro público, y, por tanto, esto se ve reflejado en nuestras actividades culturales. ¿En verdad esto que hago me dará beneficios?
Además, se requiere tener nociones sobre marketing, estrategia, planeamiento e incluso aventurarnos a utilizar recursos digitales como los CRMs, formularios, listas de suscripción, e-mailing. Siempre está esa tentación de dedicar nuestro tiempo mayoritariamente a aquello que más nos gusta o en lo que somos más diestros: si somos también artistas quizá sea salir al escenario, componer música, escribir el próximo libro; y, si somos gestores, pues dedicarnos a aquello que se nos da mejor, como diseñar, crear material audiovisual, escribir, o contactar con personas clave.
Sin embargo, es posible que llegue el invierno (o una pandemia como la del coronavirus), y que, cuando más necesitemos conocer a la audiencia, sea cuando menos sepamos de ella, ni lo que necesita, ni aquello que más le interesa. No tenemos una base de datos de aquellas personas que nos han visto antes, que han estado en nuestros talleres de formación y, por tanto, son más proclives a acceder a algún producto o servicio cultural que ofrezcamos en este «frío clima».
No me gusta el paternalismo (aunque sea paradójico habiendo recurrido a una fábula de nuestra infancia). Creo en asumir responsabilidades, en el «cosechar» y el trabajo a largo plazo, todo esto muy aplicable en gestión cultural. Son casi las 20h, por lo que me voy ahora, que nos toca salir al balcón a aplaudir. Pero te hago esta pregunta. A partir de hoy, no solo al gestionar audiencias sino en tus proyectos culturales, ¿quieres ser la cigarra o la hormiga ?