Si enseñas baile o teatro (o estás inmerso en las artes escénicas), es probable que, dado el contexto actual, hayas pensado en ofrecer clases en línea. Te comentaba aquí que estamos en una situación en la que estamos obligados a adaptarnos al medio digital (porque, por el momento, no hay otra alternativa). Ya sea que ya te hayas lanzado a este tipo de formación o que aún estés pensando en hacerlo, te invito a tener en cuenta estos 5 aspectos de marketing.
1. Tu propuesta de valor
Antes de la crisis, ya habían clases en línea y, con esta, la oferta se ha multiplicado de manera exponencial. En otras palabras, así como tú, hay muchos más formadores que han virtualizado su enseñanza. ¿Cómo voy a diferenciarme de ellos y hacer que me elijan? Respira hondo y responde esta pregunta: ¿qué características propias tiene tu propuesta que la apartan de tantas otras?
Si no quieres entrar en una guerra de precios (no recomendable), te sugiero que pienses qué distingue tu enseñanza. Deja de lado aquello que lo digital per se nos ofrece, ya que esto es un beneficio que tendrán todos. Mira aquello que solo tú eres capaz de dar. Te lo agrupo en tres aspectos: trayectoria, metodología y público objetivo.
En el primer grupo está, claro, aquello que conforma tu hoja de vida: dónde has aprendido, dónde has actuado, quién ha sido tu maestro, qué reconocimientos has ganado. En el segundo, aquello que caracteriza la forma en que enseñas: ¿un método? ¿la exigencia? ¿aprender desde cero? Aquí se me ocurre incluso algo tipo reto como «aprende lo básico de tal ritmo en solo 30 días». Luego, el tercer grupo (que se conectará con el siguiente punto) es que te enfoques en enseñarle solo a un grupo de personas específico: niños, adolescentes, tercera edad o incluso empresarios (me imagino que si eres de teatro, sabrás explotar cómo mejorar las habilidades blandas, tan requeridas en la Dirección de Empresas).
2. Tu público objetivo
Vale, que si eres un listillo quizá estés dudando sobre qué es necesario definir primero, si la propuesta de valor o el público objetivo. Es decir, ¿pensamos en nuestras clases enfocándonos en lo que queremos (y podemos) ofrecer o en lo que el usuario necesita? Ya te digo que yo recomiendo (y muchos más) en que nos centremos en el usuario, es decir, que siempre pensemos en qué están buscando y, a partir de ahí, realizar nuestra propuesta. Sin embargo, la coyuntura no nos permite empezar por ahí. Venga, lo explico.
«Este es el momento de actuar y de aprender rápidamente y, en base a ese aprendizaje, hacer una mejora.»
En una situación normal (sin coronavirus, vaya…), podríamos tener la chance de hacer encuestas o sondeos (que no es lo mismo, pero no viene al caso explicarlo ahora). Es decir, podríamos averiguar, antes de mover la primera pieza, qué están buscando allá afuera que podamos ofrecer. Sin embargo, este escenario de caos no es el ideal (creo que lo explico mejor aquí). Este es el momento de actuar y de aprender rápidamente y, en base a ese aprendizaje, hacer una mejora.
Por lo tanto, sí, piensa en público objetivo. Este es un ejemplo: personas que quieran aprender bailes folclóricos de su país. En un contexto no pandémico te invitaría a que lo acotes aún más: ¿menores de edad? ¿mayores? ¿parejas? Pero, dada la situación, te diría que lances tu oferta y empieces a hacer un trabajo de encontrar un micronicho. Y, por supuesto, todo esto respáldalo con la diferenciación de tu propuesta. Ya te digo que no es lo mismo aprender a bailar salsa de un campeón mundial que de una persona que quizá no ha ganado premios tan grandes pero sí tiene muchos años de experiencia enseñando. ¿Qué valorarías más?
3. Tu tono y estilo
Es momento de pensar cómo vas a comunicar esa propuesta de valor a tu público objetivo. Para ello, justamente, es recomendable ya haber definido estos dos aspectos. Para no darle muchas vueltas, esto implica básicamente tener en cuenta que (a menos que no tengas ningún tipo de filtro social) no nos comunicamos de igual manera con un niño que con una persona mayor, así como se suele utilizar cierto lenguaje entre personas jóvenes, por ejemplo.
Lo más importante aquí es guardar coherencia. Es decir, volviendo a ejemplos antes mencionados, si la propuesta de valor se basa en una gran trayectoria y premios recibidos, no es tan bien percibido, por ejemplo, que un tenor reconocido mundialmente enseñe clases avanzadas de canto a alumnos de carrera utilizando palabras que incluyan jergas o terminología inapropiada. ¿Vale? De esto va.
4. Tus redes sociales
Debes saber que todos no nos comportamos igual en redes sociales. No todos consumimos el mismo tipo de contenido: unos, como tú, optan por leer un blog; otros, quizá, les guste ver vídeos en Youtube; o estarán los que prefieren ver gráficas o clips cortos en Instagram (puedes seguirme aquí también, a propósito). De hecho hay estudios que identifican qué redes sociales son las más usadas en tal país, y las características de sus usuarios.
¿Qué pasa? ¿Quieres que te las diga? Solo unos datos… En España la red social más usada es Whatsapp (lo que la convertiría en un buen canal de venta), seguida por Facebook, Youtube e Instagram; solo un 20% utiliza Pinterest y un 7% Snapchat, toda esta data viene IABSpain. En Colombia, el grueso de usuarios de Instagram tiene entre 25 y 34 años (34.8%) y entre 18 y 24 años (31.5%), acorde a Statista. Un tip obvio: no busques gente de la tercera edad en TikTok, al menos no por ahora…
Sé que los números pueden marear. Pero con una buena lectura pueden potenciar el proyecto. Busca tu público objetivo en las redes sociales que más utilicen. Una vez hecho esto, fíjate en el contenido que más se consume en dichas plataformas. Todo esto te dará pistas de cómo atraer a tus posibles alumnos.
5. Tus precios
Ufff… Aquí hay mucho tela que cortar, pero empiezo siendo muy directo: no des clases gratis. Y si las das, que sean a cambio de datos que te permitan luego pensar en una estrategia de venta a largo plazo. Lo explico mejor en este vídeo. Dicho esto, solo un par de ideas en cuanto al precio ya que solo esta palabrita nos puede llevar desde dilemas morales sobre concebir al arte como producto hasta ejercicios muy tediosos sobre cómo calcular costos y darle valor monetario a nuestra propuesta.
Empiezo por lo obvio, y termino por algo que lo es menos. Idea uno: no vas a cobrar el mismo precio que antes, es decir, que una clase presencial. Esto porque hay costos que te estás ahorrando (sí, sé que sigues pagando alquiler y servicios, no me refiero a esos), y porque (ya sea para bien o para mal) las clases virtuales suelen percibirse como de menor calidad. Como contraparte, va la idea dos: piensa en precios accesibles, pero vendiendo por volumen (¡pero qué feas palabras utilizas para referirte a la formación en artes escénicas! Pues lee esto). Esto es buscar la mayor cantidad de alumnos posible para justificar que lo que enseñas no sea tan caro (esto aplica en propuestas que no son específicas). Va el ejemplo: si quieres enseñar lo necesario para producir teatro de títeres, no te centres en tu ciudad (y en este caso ni en tu país), ve más allá.
«Puedes tomar el camino contrario: un precio alto por una formación muy especializada…»
Ya, aquí va una idea extra, la tres, relacionada a la dos. Puedes tomar el camino contrario: un precio alto por una formación muy especializada (aprovechando que podemos llegar a cualquier parte del mundo). Si eres una profesora de danzas folclóricas andinas, te aseguro que hay gente en Europa que querrá aprender; y si eres un profesor de teatro especializado en gesticulación y, encima, sabes inglés, puedes buscar alumnos en países angloparlantes.
Colofón
Si has llegado hasta aquí, ¡felicidades! Es una muestra de que en verdad tienes interés en fundamentar bien tu propuesta de formación. Lo mencioné antes y lo repito: no hay una fórmula mágica, pero puedes empezar con tener en claro estos aspectos antes de lanzarte a las clases virtuales, o para reforzar lo que ya estés haciendo. Pero, ¿sabes? Hay algo más que personalmente considero como uno de los fundamentos de la gestión cultural, y esto es las audiencias…
Pero ya he escrito mucho, y de eso ahondaré más adelante. Ahora puedes compartir este post o dejar comentarios. Te prometo que los leo cada mañana con una taza de café bien cargado.